EL HOMBRE QUE QUIERO SER
Me cuentan que hace unos setenta años le hicieron una
entrevista a mi abuelo, entonces alcalde y director del ”Museo e
Instituto de Pontevedra”, en la que le preguntaron cómo era el
reparto de tareas en su pareja, y mi abuelo respondió: María
Teresa se ocupa de todo lo doméstico, los cinco niños, gobernar
la casa y la finca, las comidas, el servicio, etc. La entrevistadora
le preguntó sobre quién se encargaba de las cosas más
importantes, y mi abuelo respondió que “ésas todavía no habían
sucedido”. Ya había hombres buenos que sabían y reconocían el
valor que esas mujeres aportaban.
Pasaron 45 años y siendo yo niño, le pregunté de nuevo a
mi abuelo, entonces uno de los grandes intelectuales de
España, miembro de tres Reales Academias, el porqué de la
lucha de sexos (explico su talla intelectual, subrayando la
importancia de la autoritas intelectual, de estudiar y conocer,
contestando a muchos, que se creen conscientes, falsamente,
por leer bulos en redes). Mis hermanas y yo habíamos sido
educados en la igualdad por mi madre (que es la que más
estaba en casa, porque mi padre sostuvo el rol de proveedor que
se estilaba). De esa manera yo no podía entender que otra gente
no lo viera así, pareciéndome rarísimo que algunos hombres y
también mujeres siguieran siendo machistas. Mi sabio abuelo
me dijo que era un tema histórico que “solo avanzaría por
fuerzas pendulares”, tema que yo registré, pero no acabé de
comprender en toda su profundidad hasta esta semana.
Tras décadas de despertar y toma de conciencia de hombres y mujeres, por fin vamos entendiendo que la “lucha” no es entre sexos,
sino entre personas que buscamos la igualdad y la justicia, y
otras que solo quieren privilegios, sean hombres o mujeres.
Dentro de ese movimiento pendular, sin embargo, debo
resaltar que no todo el mundo está en ese nivel de conocimiento
y consciencia todavía. Buen ejemplo es todos los hombres
molestos con el anuncio de ”Gillete”, que
defendiendo la educación en hombres buenos, que paran acosos
y agresiones a niños, mujeres y otros hombres, ha sido sin
embargo percibido por varios cientos de miles, con irritación
contrafeminista. ¿¿¿Qué tendrá que ver??? ¿Desea alguno de
esos hombres que acosen a sus mujeres, hijas, hijos, hermanos?
¿Quién puede estar en contra de algo tan sano? Tan solo alguien
que todavía no ha entendido. Toma un par de minutos para ver
el vídeo y juzga por ti mismo.
Yo he denunciado en numerosas ocasiones la necesidad de
parar este ojo por ojo, tanto del machismo como del hembrismo
más extremista, que no del feminismo sano, que me parece
tan interesante como el masculinismo, (corriente interesada
en trabajar lo masculino, para sacar la mejor versión de uno
mismo, sin moldes).
Cuando reviso la historia, compruebo que tenía razón mi
abuelo, hizo falta un golpe fuerte del lado femenino para que
despertara mucha gente, y fueran cambiando sistemas.
Todavía hay gente por despertar, luego todavía hay gente
agitando. Todavía hay ”trolls” masculinos, que me
avergüenzan como hombre consciente que soy, y también
mujeres troll que no buscan la paz y construir juntos, sino
compensar extremos. Debemos dejar de generalizar y enfrentar
juntos a esos y esas que vejan y matan, aprovechando todo tipo
de arma, física y legal.
En el entreacto de tanto movimiento pendular, veo que las
aguas se mezclan, y salen hombres en defensa de mujeres y
mujeres en defensa de hombres. A mí me pasó hace años en
una conferencia ante mujeres directivas, donde una mujer
herida malinterpretó todas mis palabras y pretendió organizar
un linchamiento intelectual, que fue cortado afortunadamente
por otras mujeres presentes, que sí habían entendido mis
palabras. En aquel momento decidí recortar mis intervenciones
”empoderando a la mujer”, porque como pude escuchar a otra
colega conferenciante, “ningún hombre le tiene que decir a una
mujer cómo tiene que ser”. En efecto, podía ser entendido como
un gesto de machismo patriarcal, nada más lejos de mi ánimo
de apoyar a una causa entre personas.
Hoy, francamente, mucho del discurso actual me tiene
harto. Creo que, en lugar de trascender, aprovechando los
puentes que personas benevolentes tendemos en todas partes,
hay serios intereses lobistas de género, que incitan al odio y la
lucha de sexos, como manera de mantener sus propias esferas
de poder. No son solo los recalcitrantes machistas, acosados
fuera de sus privilegios, también están las extremistas,
despectivamente denominadas feminazis, e incluso ahora
también hay hombres feminazis, nueva especie de la jungla
degenerada.
Se trata de niños que se enfrentaron al padre en sus
actitudes machistas o incluso de maltrato, y que ahora de
mayores siguen contemplando a los de su propio sexo como
enemigos reales, o en potencia, manifestando sin saberlo la
misma hostilidad e intolerancia que sus padres. Estos hombres
tienen el discurso feminista más radical que he escuchado, con
un mea culpa desvirtuado, porque de tan acusador es en
realidad un “tua culpa”, agresivo, hacia el resto de hermanos.
En varias ocasiones he tenido que lidiar con hombres así,
beligerantes hasta la médula, y resulta extenuante. Pobres
hombres, de nuevo, necesitan ayuda y recolocarse en el mundo,
y ni siquiera lo saben: las mujeres se sentirán eclipsadas en su
propia lucha y bandera, y los sacarán de sus salas, y los
hermanos se cansarán de tanta acusación y dedo clavado en el
pecho, y los dejarán solos, porque efectivamente, ser hombre no
es ser machista, ni maltratador. No confundamos género con
degenerado.
Quedan, por último, los hombres que no se enfrentaron al
padre, pero sí que se quedaron bajo las faldas de la madre, y de
tan femeninos, son más “mamistas que la mama”. Son
hombres ultrafemeninos, que no necesariamente gays, incluso
los hay que renuncian a su parte masculina, perdiendo el poder
personal del ser que está completo, con su femenino y
masculino, un yin yang complementario.
En fin, que en esta batalla ya no hay los azules contra las
rosas, ahora hay de todo en todas partes. Yo, aunque harto de la
lucha, nos felicito por ello, porque siguiendo la referencia de mi
abuelo, creo sinceramente que evolucionamos más así,
discutiendo dialécticamente, mostrando cada uno su verdad
para construir y reconocer una verdad plural. Ahora se puede
expresar y antes no. Ahora se puede soñar, antes no.
Yo hoy quiero soñar con un mundo donde dediquemos la atención a
otros temas, porque éste ya no sea necesario. Hoy he empezado
a visualizar un mundo en el que ya no haya un movimiento
pendular, de compensación, un mundo en el que la justicia sea
garantizada no solo por la ley, sino por la presencia de todos y
todas, defendiendo la igualdad y el talento diverso.
Para acabar, y parafraseando el anuncio de ”Gillete”, ¿qué
hombre quiero ser yo? ¿Qué hombre quiero que tenga como
ejemplo mi hijo? Pues sinceramente, quiero ser un hombre
bueno, al que no le importe cumplir ninguna imagen de
hombría. Si algo aprendí a lo largo de tantos años de círculos de
hombres conscientes, es que el machismo también estranguló
al hombre en sus opciones vitales, y yo deseo ante todo la
libertad, la mía y la de mis hijos (niño y niña). Por la misma
razón, no deseo que mi hijo sea heterosexual ni homosexual, ni
proveedor, ni cuidador del hogar, ni más Yin ni más Yang, ni
carnívoro ni vegetariano, deseo que sea libre de aprovechar la
vida como quiera, pueda y necesite, que es sin duda el gran reto
de nuestra existencia, física, emocional, mental y espiritual
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